Poesía sub25: “hay una sincronización entre la pérdida de grandes relatos y el descenso del nivel de la poesía” (Parte I)

Esta entrevista se desmarca de cualquier afán periodístico. No tiene como propósito presentar ni difundir el trabajo de Poesía Sub25, conocer su trayectoria o indagar en la personalidad de sus integrantes. Busca más bien ser una conversación, esperamos, fecunda, entre dos colectivos de poesía con algunas preocupaciones en común y no menos discrepancias. Procura además recorrer el quehacer poético transversalmente, repasando algunas de sus resonancias a lo largo de registros no exclusivamente literarios, como la política, la tecnología y el futuro de las artes en la era digital, la relación entre la poesía y el arte contemporáneo, etc.

[La entrevista fue conducida, en esta ocasión, por Santiago Vera. En el transcurso, las otras voces de Ánima Lisa complementan ideas o discuten respuestas.]

COLECTIVO – IDENTIDAD

SAN[1]: ¿Qué consideran ustedes que los hace un “colectivo” más allá de ser un grupo de amigos interesados en la poesía y con una cierta afinidad de gustos? Entiendo que no se identifican como un colectivo programático, es decir, con una apuesta de lo que debería ser la poesía o de la manera en que se debería escribir (coincidimos seguro en que la manía de los ismos hoy ya no tiene lugar), pero los colectivos que han marcado una época  en cualquier tradición, creo, han sido siempre algo más que un grupo de gente que lee más o menos a los mismos autores….

ROB: Uno con la perspectiva del tiempo se da cuenta de que lo que en su momento los colectivos pensaban que era su rasgo unificador en realidad no lo era. Hora Zero, por ejemplo, hablaba de una militancia política que en el fondo se reveló luego como un conjunto de afinidades estéticas. Al final lo que une a los autores en colectivos son lecturas, y todos nosotros hemos tenido un grupo de lecturas en común que, de algún modo, nos ha diferenciado de otros grupos, de otra gente y entre nosotros nos ha hecho juntarnos.  Muchas veces se trataba de autores que solo nos gustaban a nosotros y frente a los cuales compartíamos, en mayor o menor medida, una misma lectura. Eso quizá es lo que marca nuestra identidad en alguna forma.

SAN: Leyendo su manifiesto encontré una frase que me parece provocadora. Dicen: “Renegamos del individualismo y aspiramos a pensar en manada”.  Digo provocadora porque creo que la crisis de la noción misma de colectivo, de masa, es uno de los síntomas que definen más claramente muchos de los rasgos de nuestra época. En ese sentido, ¿por qué creen que es necesario pensar, hoy, “en manada”?  Considerando además (y creo que todos coincidimos en esto) que el trabajo del poeta es esencialmente solitario…

ROB: Lo de pensar en manada tiene que ver con darle importancia a la vida.  Wittgenstein decía que el mundo está conformado no por cosas, sino por hechos. Si podemos traducir eso al mundo de las personas, diríamos que el mundo está conformado no por individuos, sino por las relaciones de los individuos entre sí, y son en esas relaciones en donde se encuentra todo lo bello, lo feo, lo bueno y lo malo de la vida. Es en esas relaciones, que, insisto, no son únicamente las relaciones con nosotros mismos, sino con otros individuos y con otras comunidades, en donde están las cosas más importantes. Por otro lado, creo que sí podemos hablar de manada en la medida en que hay un trasfondo estético común en lo que hacemos como Sub25. Y ese rasgo, con excepción quizá de Román, que, de hecho, es la más insular del grupo, es la idea de la hibridación de los géneros y la perdida de la identidad de la poesía.

SAN: Cosa de la que vamos a hablar largo y tendido en un rato. Pero hay otro aspecto que me parece resalta en lo que han venido haciendo. Noto en sus manifiestos, acciones, etc., un ánimo fresco, juvenil, lúdico, que no se explica únicamente por el hecho de que apenas bordeen los veinte años.  Parece más bien haber una apuesta explícita por consolidar una identidad en la que su juventud sea un rasgo central, la enarbolan con autoridad y están orgullosos de ella (la portada de su revista tiene Teletubbies de encabezado y el subtítulo de la misma dice literalmente: revista de poesía joven…. ¿Por qué ser jóvenes es tan importante para ustedes?

ROB: Antes que de poesía joven preferiría hablar de poesía niña. En el Perú la poesía joven de hace diez años, ustedes por ejemplo, no es nada niña ¿no? Es súper pensada, muy seria, y esa creo es una tendencia de los 2000s en general. Además, técnicamente es lo normal ¿no? Uno empieza siendo niño, quejándose de todo, pero, claro, en el fondo, las obras que de verdad calan, las obras fuertes, las obras piedras, ya muestran el paso del niño, el loco que rompe todo, a la persona adulta que toma decisiones, decisiones grandes y sostenidas por creencias fuertes.

VAL: Ese es un tema muy importante. Yo siento que aquí, a diferencia de otros lugares de Latinoamérica por ejemplo, escribir como poeta joven da vergüenza. Creo que, al comenzar, nuestros poetas jóvenes andan demasiado preocupados en satisfacer al canon, que te lean y que te aplaudan…cuando eso realmente no significa nada. No veo entre los jóvenes la necesidad de crear un camino propio, tuyo.

sub25

SAN: Varias veces te he escuchado hablar a ti, Roberto, en nombre de tu generación y tener muchas expectativas sobre lo que esta tenga por dar en los próximos años. Yo no estoy tan seguro de si estemos realmente en condiciones de identificar ciertos rasgos comunes o  un registro más o menos homogéneo como para poder hablar, en rigor, de  una nueva generación. Respecto a esto te preguntaría, ya que afirmas que la hay, ¿cuáles son estos rasgos o registros comunes?

ROB: Hoy hay propuestas tan diversas que se hace difícil definir el panorama. Por un lado está la idea, al parecer vox populi, de que debemos abandonar el conversacionalismo, y eso anima un montón de propuestas que se esfuerzan por ser nuevas, diferentes. Pero son demasiado diversas, no estoy seguro de poder identificar rasgos comunes.

Christian Briceño, por ejemplo,  técnicamente es de esta generación. Tiene una propuesta híbrida, seria, rompe la identidad del poema como poema, coge rasgos no poéticos o literarios, establece diálogo con ellos, pero, ¿podríamos decir que se parece a lo que hacemos nosotros?  ¿O un tipo de poesía pegada al conversacionalismo, como la que hace Román, se puede comparar con lo que hace Eduardo Borja? No lo sé, hay tantos registros, tantas líneas…

Hace un tiempo pensaba en tres ejes predominantes pero ahora esos ejes me parecen inútiles. Pensaba en, por un lado,  una tendencia minimalista, más joven y lúdica; otra que apuesta por romper la propuesta de poemario como poemario y apostar por libros totales, a  la manera del  Splendor o a la del mexicano David Meza; y, por último, otros que continúan en el canon del conversacionalismo, vía la influencia de Cisneros, Hinostroza, Verástegui, el primer Santivañez, o de autores más recientes, como Manuel Fernández. Pero…decir ‘hay tres ejes’, no sé, no creo que sirva ni que sea cierto.

SAN: Sobre esta cuestión de la pérdida de la identidad y la hibridación de los géneros.  Estamos de acuerdo con que esa idea responde muy bien a las transformaciones propias de nuestros tiempos, pero en el mismo sentido, ¿no habría que ser coherente con ella a la hora de opinar sobre la producción poética local última? Me refiero principalmente a sus rankings, a sus tops de los “mejores” poemarios del año. ¿No creen que este hábito clasificatorio, jerarquizante, presupone la validez de la misma idea de identidad que por otro lado critican?

ROB: Bueno, es cierto que la web de Sub25 se mueve con toda una estrategia de marketing detrás, no para vender, sino para difundir. Yo recuerdo que cuando empecé a escuchar música de verdad y encontré esta lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos según Rolling Stones fue lo más hermoso que me pasó en la  vida. Tenía toda una lista para escuchar, para probar, para discutir…y bueno, creo que los rankings hacen eso, ¿no? Introducen ideas para que el público sepa en qué está la movida, qué está pasando. Y en ese sentido la web de Sub25 más que un lugar de declaraciones es como una especie de noticiario, una especie de MTV de la poesía.

Además, creo que en un medio como el nuestro en el que se lee poca poesía, las estrategias de difusión son muy importantes. En Educación hay una cosa que se llama Técnicas de enseñanza y aprendizaje, es decir, si tú realmente quieres enseñar algo (no porque seamos profesores de nada, sino porque queremos mostrar un trabajo)  buscas los recursos que atrapen al alumno y que permitan que los recuerde y los comprenda, y la mejor manera para lograr eso es hablarle a los jóvenes en su idioma.  Si nos fijamos en nuestro medio, las estrategias de las actuales editoriales de poesía suelen ser bastante obsoletas, poco llamativas, no solo en relación a los autores de sus catálogos, sino en cuanto a su manera de acercarse al público lector. Creo que es labor de todo editor, o de todo aquel que apuesta por una revista, expandir el radio de gente que  lee y no contentarse con los lectores de poesía ya ganados.

ROD: Girando un poco el foco de la discusión, yo quería preguntarles por su relación con la marginalidad. Porque, por un lado, tienen esta cosa vitalista, lúdica, de querer romper con los esquemas tradicionales, etc., y por el otro hablan de estrategias de difusión, son abiertamente marqueteros y no se hacen problemas en decirlo. Siempre hay pues esta idea (discutible, de hecho) de que lo marginal es lo que no concede, lo que busca estar al margen de los  círculos del mercado… ¿Entonces, cómo se juega en esos dos frentes?

ROB: Más que marginales yo diría que hemos sido sinceros. Uno no busca ser marginal, cuando lo hace deja de ser real y se es más que todo una pose. Tal vez algo que nos haga marginales es tener ciertas lecturas que otros no tienen, o algunas visiones de la poesía alternativas. No sé, más allá de eso no veo otra marginalidad en Sub25.

L.A: Pero en relación a lo que apuntaba Rodrigo, sería interesante pensar cómo es posible sostener algún tipo de “marginalidad”, al menos esta que supone una relación tensa con la institución, desde la web. Estamos ante un tipo de soporte que, por un lado, como dicen, implica entrar en toda una dinámica de mercado, pero al mismo tiempo  se trata de un espacio que por sus características ofrece márgenes difícilmente colonizables por el poder… ¿Cómo moverse en ese terreno?

CHR: Nuestro reniego de la institucionalidad no debería suponer que estamos reñidos de los medios masivos, medios que todo el mundo tiene a su alcance. Se trata de seguir defendiendo lo que creemos pero con herramientas que existen, ¿no? No veo por qué tendríamos que alejarnos de ello. Sería como seguir esa idea tonta de que, por ejemplo, si eres de izquierda tienes que ser pobre…

L.A: (Risas…) o al menos no deberías de tener carro.

 

SOBRE EL MEDIO LOCAL

SAN: Afirman que desde hace treinta años la poesía en el Perú no existe, está muerta. ¿Cómo sostienen esta afirmación? Haciendo un cálculo, ¿dirían entonces que desde la desaparición de Kloaka no sucede nada relevante en materia poética en nuestro país?

ROB: Bueno, es evidente que el nivel de la poesía peruana post-80 es bajo. Los noventas es desierto; en los 2000s hay una cierta mejoría. El lugar de la poesía peruana en el contexto internacional no es el mismo en relación a lo que significaba hace treinta años.

CHR: De hecho hay excepciones, autores insulares. Pero esas rabietas, esos ánimos, esas cosas que hacían a las personas en grupo querer decir algo súper fuerte, y trabajar en eso, trabajando en serio…según nosotros, han desaparecido desde entonces. Quizá en los 90s hubo algunos pequeños intentos, pero la repercusión o el nivel de masificación que lograron no se deja ver. Tenemos la esperanza de que eso pueda cambiar y que de hecho está cambiando hoy, que se están haciendo cosas mucho más interesantes. De hecho lo de nosotros mismos  hasta el momento ha sido más bulla que otra cosa, y somos conscientes de que la solidez se construye a partir de años de trabajo, de publicaciones, de constancia. Creo que al momento de afirmar eso en nuestro manifiesto nosotros declarábamos la esperanza de que de allí en adelante algo pueda cambiar, de que se atraviese ese mutismo generacional y que algo pase, las cosas empiecen a moverse.

ROB: Hay un texto de Jerónimo Pimentel, creo, que se publicó en Transtierros, que habla sobre el verdadero advenimiento del posmodernismo, en el plano, por decirlo así, ya no técnico sino ético que desde fines de los 80s atraviesa la poesía peruana. Si uno lo piensa, concuerda la pérdida de grandes convicciones, filosóficas, políticas, que se tenían en los 50s, 60, 70s con este retroceso en el nivel de la poesía peruana última. Las propuestas de los 90s como las de Yrigoyen, Lizardo Cruzado, Gaona, están llenas de cinismo. Hay una voz que reniega, sí, pero en el fondo no persiguen una solución, como se supone todo artista se debe plantear (en general, todo organismo viviente plantea soluciones en relación a su entorno). La apuesta por soluciones… es algo que es bastante patente en libros como Ave Soul, Monte de Goce o Contra natura, por ejemplo, que  es un poemario que contrapone el sexo con la muerte, con la guerra de Vietnam, o con la represión del mayo francés. Entonces, hay una especie de sincronización entre la pérdida de grandes relatos y el descenso del nivel de la poesía, y supongo que esto no es gratuito.

L.A: Particularmente, más que pensarla como desierta, yo diría que el asunto va por el lado de que la poesía peruana no está en crisis. Los grandes momentos de la poesía han sido momentos de crisis, momentos de grandes cambios en los que era necesario tomar decisiones tanto políticas como estéticas, y claro, los 90s sufren en gran parte ese desencantamiento post guerra interna, ese vaciamiento de sentido muy propio de nuestros tiempos, en los que la poesía se encerró en sí misma y se quedó quieta.  Cuando aparecieron ustedes (y de hecho nos pareció sentirlos como interlocutores interesantes) pensé: “ah! quizá se viene una crisis, algo ha empezado a moverse”. Entonces, les preguntaría: ¿creen que se trata de eso, de crear crisis, de confrontar a la poesía con su propia crisis?

ROB: Claro, no solamente sin problemas no se escribe sino que sin problemas no se vive en general. Si no tienes problemas te los creas. Yo creo que  en el fondo todo arte es una crítica, y por lo general es una crítica al sistema. Y entonces si la tarea es combatir el posmodernismo, ya no podemos utilizar las mismas armas que utilizó el posmodernismo para quebrar los grandes relatos, es decir, el cinismo y la ironía. En cambio lo que de verdad va a funcionar como una rebeldía contra al posmodernismo, contra la posición cínica, es tener grandes cosas en qué creer, grandes convicciones, convicciones que no aparecen, pues, en lo que podríamos llamar la ética de la poesía de los 90s.

ROD: Creo que todo lo que han dicho se puede resumir en que la suya es una apuesta por una especie de retorno a la Utopía. Y con ánimos de joder un poco, uno les podría decir que son jóvenes nostálgicos de los grandes sueños setenteros esfumados. ¿No creen que hoy en día insistir en la Utopía (así, con mayúscula) es una forma de ser demasiado nostálgicos?

ROB: ¿Pero cuánto tiempo la humanidad se ha guiado por grandes convicciones, grandes creencias, grandes dogmas de fe, y cuánto tiempo la humanidad ha pasado a creer en nada? Es algo a lo que naturalmente tendemos como seres humanos.

SAN: El problema, creo, está en que la Utopía es también un camino directo al dogmatismo y, por lo tanto, a la desaparición de toda capacidad crítica, que es  finalmente la que cimienta un terreno en que el individuo pierde su lugar de agencia. Entonces la respuesta posmoderna al imperio de la masa de la que hablamos es una especie de repliegue a la privacidad individual. El problema está en que, claro, nadie es capaz de creer en el valor de una creencia en la que solo eres tú el único que la cree. Lo que tocaría pensar es cómo volver a tejer este sentido de comunidad que relegitime nuestras creencias y que haga que éstas recuperen su consistencia, su sentido.

Sobre esta línea es que me parece interesante pensar, por ejemplo, la manera en que reacciona la literatura ante este vaciamiento ideológico. Yo identifico como dos tendencias: por un lado, una exacerbación del contenido: casi un catálogo de anécdotas, la poesía del yo “puro”, el ombliguismo del que cree que contado lo que le pasa está diciendo verdaderamente algo (y me temo que la Alt Lit va por esa vía). Y por el otro una exacerbación de la forma: como no me pasa nada me pierdo en mis propias telarañas abstractas y no le digo finalmente nada a nadie.

ROB: Pero no toda creencia lleva al dogmatismo. Quizá la función de la utopía no es cumplirse, sino permitir que la sociedad evolucione persiguiéndola.

ROD: Entonces ¿ustedes en serio creen que la poesía quiere mejorar las cosas, que la poesía está para hacernos mejores?

ROB: Nosotros, al menos, sí.

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SAN: Una última pregunta sobre la situación de nuestra poesía local. Suele pasar que a la hora de hacer diagnósticos sobre esta a veces se tiende a creer que la escena está compuesta de libros de poesía, pero un libro de poesía, sin un aparato crítico detrás, es un libro sin dimensión, una cosa   muda en relación a la tradición en la que se inserta. Entonces hablar de crisis en la poesía es algo que no compete únicamente a lo que hacen los poetas sino también a lo que hacen los críticos. ¿Cuál es su opinión sobre esto? ¿Cómo evalúan la situación de nuestra critica hoy?

ROB: Bueno, así como ha disminuido el número de lectores también ha disminuido el número de críticos. Hay muy pocos críticos serios. Paul Guillen me parece un buen crítico, pero de Verástegui y Santiváñez, que no son precisamente poetas jóvenes. Medo me parece un buen crítico, aunque no estoy  de acuerdo con eso de que los poemas no se deben calificar con categorías del tipo “bueno” o “malo”. Por lo demás, entre los críticos de mayor notoriedad tenemos a los paisajistas (cuyas críticas en ocasiones más parecen contratapas promocionales de un libro, como Agreda), y, por otro lado, los que…bueno, hay que esforzarse si uno quiere aprobar el examen, como Yrigoyen. En general la mayoría de nuestros críticos locales están demasiado ceñidos al poema-poema, es decir, al poema literario que tiene sus cosas para medir, su ritmo, su regularidad, su cadencia, y es incapaz de salir de esos parámetros para decir si algo es bueno o no. Así que ante esa ausencia… en fin, creo que es nuestra propia generación la que debe ponerse a hacer crítica, generar su propia crítica, de hecho ya hay algunos autores trabajando en esto pero no tienen notoriedad.

 

[1] En adelante: ROB: Roberto Valdivia / CHR: Christian Bafomec / VAL: Valeria Román [Poesía Sub25] // SAN: Santiago Vera / L.A: Luis Alberto Castillo / ROD: Rodrigo Vera [Ánima Lisa]. Diseño de entrevista a cargo de Santiago vera