Por Maurizio Medo
- Estoy calculando los alcances de diferentes frases hasta encontrar la más adecuada para así abordar el Libro de las opiniones de Santiago Vera.
- Tengo un problema. Habrán sido unas 7 veces en las que, sin querer, me equivoqué de título, el Libro de las conversaciones, dije.
- Es opinión y no conversación, sí, tal vez, un recitativo dramático (como señaló Alfredo Giuliani sobre la poética de Edoardo Sanguinetti) cuyo eje de expresión está en la doxa.
- Doxa (δοξα) se traduce como opinión. Es un término usado por Platón para diferenciar el pseudoconocimiento, basado en imágenes y copias del mundo físico, del verdadero conocimiento científico que tiene por objeto a las Ideas y que Platón denomina episteme (Επιστημη).
- Estoy diciendo que la doxa –en vez del delirium anti o estetizante- es la materia prima esencial del Libro de las opiniones. Esto quiere decir que el lector accede simultáneamente no solamente a lo producido por el lenguaje sino con la obscenidad del proceso de producción en sí.
- El proceso de producción del lenguaje surge de la confrontación de la perspectiva que se tiene de la realidad con la realidad misma:
Voy a decir, por ejemplo: «El pentagrama», me concentro en
el pentagrama, me resubo al paralaje y digo «mono», digo «paz», digo «selva», me concentro en el pentagrama, me concentro con las uñas para saber, rasgo las piedras de la vergüenza y me siento un feto entre esta gelatina herrumbrosa, magma fundamental de la vergüenza, casi fierro, postre de mamá, la familia, la espalda de mi padre es el núcleo societal y ese núcleo es el zumbido, lastre de comas, imperdibles en el viento de mi hermano, estoy a punto de, que, la, mitra, este país, este paisaje ya, ahora bien, dos extremos infinitesimales, este paisaje brutal, podemos aún trazar un puente. El Perú.
- Al fijar nuestra atención en el proceso de producción, que es visible, pero previo al producto, ¿nos enfrentamos a la neutralidad del concepto barthiano del “escritor sin Literatura”?
- Lo que busco se encuentra solo, escribe Vera.
- Mientras, su hermano escribe sobre loros.
- El Libro de las opiniones, estaba por decir en el momento en que recordé a Barthes, es un texto en travesía.
- Incesante.
- “La interrupción de lo incesante: esto es lo propio de la escritura fragmentaria: la interrupción teniendo, por decirlo así, el mismo sentido que aquello que no cesa, ambos siendo efecto de la pasividad; allí donde no impera el poder, ni la iniciativa, ni lo inicial de una decisión, el morir y vivir, la pasividad de la vida, escapada de sí misma, confundida con el desastre de un tiempo sin presente y que soportamos mientras tanto, espera de una desgracia no por venir, sino siempre ya sobrevenida y que no puede presentarse: en este sentido, futuro, pasado están condenados a la indiferencia, por carecer ambos de presente”. Maurice Blanchot
- Las estrategias –escribe Emilio Lafferranderie sobre el libro de las opiniones– son varias: desde el diálogo satírico-profesoral con el lector en el poema inicial, pasando por trazos biográficos, la vida universitaria (hay una excelente serie de versos dedicada a la fundamentación metafísica de la costumbre de beber una Pilsen y volver a clases), un gráfico vacuno y principalmente las especulaciones urbanas de un joven capaz de analizar la composición de los hiatos sociales («Y todo ello porque quería entender cómo me significo en este texto que ocupa un lugar en el mundo »).
- Emilio tiene razón. Pero, frente al libro de Vera, no me interesa tanto el saber “sobre” qué habla, pues para mí el protagonismo reside en la acción del pensamiento como productor del lenguaje.
- Emilio también escribió: “la «primera persona», en la lógica de este texto, es un intermediario”.
- Vuelve a mí la imagen del “escritor sin Literatura”.
- El lenguaje es mi esfuerzo humano. Por destino tengo que ir a buscar y por destino regreso con las manos vacías. Mas regreso con lo indecible. Lo indecible me será dado solamente a través del lenguaje. Sólo cuando falla la construcción, obtengo lo que ella no logró. La pasión según G. H. LISPECTOR, CLARICE.
- Pienso que todo cuanto pienso no lo pienso claramente. Lo pienso con intensidad y vértigo, sí, pero acaso precisamente por eso mi vigor termina disolviendo mis palabras en tamaños excesivamente chicos para ser conciliables entre sí.
- ¿Estoy enfrentándome a un libro que trata resolver lo indecible, y en cuyo transcurso, las palabras, debido al vértigo de este ejercicio, terminan siendo irreconciliables entre sí?
- Tal vez, hasta antes del posicionamiento del “yo”, se sobreentiende que como el lugar de enunciación. Es decir que, en una buena parte del Libro de las opiniones, nos enfrentamos al proceso mismo de producción de ese lugar, en el cual las posibilidades de sentido (de eso por decir) son anónimas –no le pertenecen a nadie- y más si, en la búsqueda de una identidad –de un nombre- devienen en un flujo continuo a través de la contraposición dialéctica, establecida entre el decir y no-decir.
- La poesía no puede nombrar, porque no representa lo real, ni puede expresar a un sujeto: cancela, de hecho, la posibilidad de la expresión y de la representación (Deleuze)
- Santiago Vera busca sustraerse de sí mismo hasta constituirse –en un lugar de enunciación- en una clave que sea capaz de expresarse sin “enredos metafóricos”, aun cuando el lenguaje le exija “verse hablado”.
- El Libro de las opiniones es una reflexión metapoética, inestable y vertiginosa, en el cual las palabras aparecen pero como las sombras de un mismo hecho, uno invisible, como lo es el pensamiento.
- Está compuesto por prosados a los cuales el lector –usted, yo- podríamos considerar como “poemas difíciles”
- Los poemas difíciles no son populares. Esto es algo que todo poeta o escritor de poemas difíciles debe encarar. No hay vuelta de hoja. Pero no porque un poema no sea popular no quiere decir que carezca de valor. Los poemas impopulares pueden tener lecturas significativas y, sobre todo, no siempre serán impopulares. Pero incluso si el poema nunca se vuelve popular, puede que siga siendo especial para usted, el lector. Quizá la impopularidad del poema puede que haga que usted y el poema difícil se acerquen. Después de todo, su propia habilidad de tener una relación íntima con el poema no es afectada por la popularidad del poema. (Charles Bernstein, El poema difícil)
- No es un “poemario”.
- Aparece ante nosotros como un artefacto conceptual a través del cual, como ya dije, se trata la problemática de la indecibilidad.
- Luego de leerlo, Luis Alberto Castillo, “quien no sabía utilizar el contracto”, escribió: no es el hombre que dice palabras, sino el que las hace.
- En el Libro de las opiniones, estas no pueden leerse como si se estuvieran en un “poemario de la nueva ola”.