Sobre PLAGIE COPIE MANIPULE ROBE REESCRIBA ESTE LIBRO de (no solamente) Valeria Mata

Por Míjail Mitrovic*


Quisiera decir dos cosas sobre plagie copie manipule robe reescriba este libro (2018) de (no solamente) Valeria Mata. La primera es que funciona como un tratado teórico sobre las distintas dimensiones detestables y limitantes de la propiedad privada tal como se ha configurado alrededor de la literatura y las artes visuales, pero al mismo tiempo funciona como una introducción a, o acaso un inventario de, los intentos de contravenir la propiedad privada a través de las propias prácticas artísticas y literarias. A veces desde el frente de la socialización de los productos artísticos o la colectivización de la creación, o bien impugnando valores como la originalidad y la individualidad que esta requiere como garantía para su apropiación bajo el capitalismo.

Esta primera caracterización del libro permite vincular lo que encontramos en el grueso de los doce apartados con los “insertos” que cada tanto interrumpen el flujo de lectura e invitan a abandonar por un momento lo que usualmente llamamos el cuerpo del texto. Estos insertos aparecen como cuerpos extraños que prometen una especie de síntesis a lo que venimos leyendo. Podríamos verlos como ejemplos o ilustraciones, sí, pero son algo más, al punto que varios pueden ser sacados del libro para habitar quién sabe dónde. En ese sentido, el libro de Valeria merece ser plagiado no solo al nivel del contenido, sino de la forma, pues nos hace pensar que el libro – todo libro – es un montaje.

No citaré demasiado, pero quisiera delinear al menos el programa que este libro carga. Dice Valeria al inicio:

“Esta investigación parte de que la creatividad puede manifestarse de múltiples maneras y propone que las copias, las apropiaciones y las prácticas intertextuales también tienen un valor estético, social y crítico que merece la pena analizar a detalle. (…) mi intención es mostrar que estas prácticas no suponen un ataque al funcionamiento del arte ni a los valores éticos, sino que son más bien procedimientos estéticos, transgresiones, herramientas creativas, juegos, cuestionamientos críticos al sistema de autoría y al valor de la originalidad.” (12)

La premisa, sobre la que volveré en un momento, es que la creatividad social no equivale a las formas dominantes que esta asume hoy en día. La intención es ubicar estas prácticas críticas en un lugar que al mismo tiempo mantiene una relación determinada con la historia de lo estético pero que se posiciona contra ésta en la medida en que reflexiona sobre los límites impuestos por la sociedad burguesa a su desarrollo y disfrute social. Partiendo de esta condición doble, hay casos en los que el énfasis está puesto en las barreras a la realización de actos de plagio deliberado como apuesta estética en virtud de la propiedad privada – como María Kodama defiende a Borges ante sus apropiaciones recientes.

Frente a ello, Valeria indaga la ambivalencia de “escribir para otros o como otros” en un tiempo en el que la escritura por encargo, común al mercado editorial y en la propia academia, niega el carácter compartido de la escritura como trabajo. Escribir para otros aquí adquiere un cierto tono alienante, pues no estamos hablando de dirigir la escritura hacia otros (a un plano intersubjetivo en el que aparezca como una forma objetiva para el reconocimiento mutuo) sino de servir para el enriquecimiento de otros y la acumulación de prestigio de uno, usualmente. Contra ello, muchas personas han buscado escribir como otros, jugando a ser otros y desde allí cuestionar la herencia romántica que elevó el Robinson de la economía política clásica a la figura del individuo que posee el monopolio de la creación.

Sin embargo, Valeria no defiende el plagio como algo bueno en sí mismo, pues visto así, en abstracto, se pierde su promesa crítica. El límite al plagio es la deshonestidad que supone adjudicarse la obra de otro por fama o dinero, lo que llevaría además a que se mantenga “intacto el sistema autoral y los grandes beneficios que las industrias culturales obtienen de la promoción de autores-celebridades” (54). Así, lo que Valeria busca es redefinir nuestra concepción de la escritura, ya no como expresión individual sino como alusión, lo que implica “un ejercicio constante de referencias a ideas, autores, situaciones; mencionándolos de forma directa o implícita. De esta forma se haría evidente que detrás de una obra hay un caudal de imaginación plural y no un individuo en particular.” (64)

Un “caudal de imaginación”, un “recuerdo compartido”: aquí vemos las figuras posibles de una concepción colectiv(ist)a de la literatura, que en este libro aparece al mismo tiempo como un dato histórico – pues la antropología sabe bien que la sociedad burguesa no ha sido la única en poblar la tierra – y como un futuro posible.

Y aquí llego a mi segundo comentario: se trata de un libro utópico. Lo es en tanto intenta tomar de la historia distintos pasajes y experiencias culturales que muestran la posibilidad de otros arreglos sociales, como recordándonos que la realidad no está hecha de una vez y para siempre. Al mismo tiempo, busca en el presente ciertos resquicios abiertos por la tecnología desde los cuales pensar cuán artificial es continuar creyendo que la mejor forma de asegurar la importancia social del arte (ya David Graeber plantea que el valor es precisamente eso, la importancia de nuestras acciones ante una audiencia social) es a través de preservar derechos de autoría y reproducción, en suma, formas de monopolizar la cultura.

Fredric Jameson dice que las utopías son cuerpos ajenos dentro de lo social, como esos insertos que expanden el libro más allá de sus confines rectangulares. El mensaje de Valeria es utópico no por irrealizable, sino porque su premisa, que la creatividad social no equivale a las formas dominantes que esta asume hoy en día, es un hecho histórico además de un ideal a alcanzar. Esa conjunción de temporalidades condensadas en el libro responde a la frase de Breton citada en uno de los insertos: se publica para encontrar camaradas.

 

*Texto leído en la presentación del libro, el 27 de noviembre, en la librería Arcadia Mediática.